Con Madrid en las pestañas y Barcelona en las entrañas.

Recorro las calles de esta ciudad a la que me llevaste solo una vez, quizás por la curiosidad de visitar un sitio más o tal vez por hacer algo diferente. Lluvia en sus calles y calor entre sus edificios y la gente ni fu ni fa, lo interesante de la visita no fueron los edificios o las fuentes, ni sus parques o sus museos, lo mágico eran las horas en el hotel, donde tú decías querer descasar y yo moría por cansarte entre juegos de sábanas y edredón.
Tócala otra vez... y no era la frase de una película antigua dada por enésima vez en la tv, era mi mente clamando por calmar mi piel que a gritos de deseo pedía estirar las manos para que mis dedos sintieran el placer de poder recorrer tu piel, impoluta y perfecta, construyendo tu cuerpo, derretido solo a medias por tenerme al lado.
Recorres las calles de esta ciudad, esa que ya no es la nuestra porque nunca lo fue y porque no nos gustaba,y yo volveré a esa ciudad que siempre fue la mía, que tú me enseñaste y donde decías que no ibas a dejar que nada malo me pasase, ¡menuda broma!