No me apetece seguir, es tortuoso el camino y no me apetece coser mis heridas. Nunca me gustaron las cicatrices y no creo que el hilo y la aguja encontrada sean de crujía plástica. Además no quiero curarme porque aunque la herida tiene mala pinta, la sangre que brota de ella es tan pura como los sentimientos que transporta.
Ha llegado el invierno, que parece ser sinónimo de tortura y masacre en mi cuerpo. Es tiempo de recordar y recrearse, es momento de duchas heladas que tersan la piel y encogen el alma, también puedo recordar duras palabras que me hacen más fuerte y son capaces de crear sentimientos indeseados.
Mañana voy a invocar a el sol, ese que me llena de vitamina A y hace que recuerde lo que no quiero recordar, mañana vas a ver por mis ojos y desearás lo que en el fondo siempre has deseado, tener lo que ya no puedes tener.
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