Pega tus pies a los mios, que sé que los tienes helados, porque lo que más te gusta es que te cuide yo y no sea el nórdico quien te caliente y si mi piel que esta a cien grados centígrados gracias a tu sonrisa. No me mires así que me arde la sangre y haces que no quiera dejar de cuidarte. Eres mi chiquitilla, la que cuando tengo pegada a mi cara tuerce un ojillo y cuando la miro de lejos es zambilla, ¿como se puede ser tan bonita?, ¿sabes que solo yo soy capaz de ver esas cosas?, ¿que nadie jamás te mirará como te miro yo? ¿y que no encontrarás a quien, como a mi, se le haga un nudo en la garganta y le dé una patada el estómago cuando te vea? porque podrás estar con mil pero ninguno estará contigo.
Tú te caracterizas por hablar y yo por callar, la pareja perfecta. Déjame entonces tumbarme en tu sofá y acompañarte la vida que nos queda que vivir separadas.
Tienes el si de la negación o el poder de la doblegación. Las cosas no están tan claras, bebete un gin tonic o dos y mira através del cristal de la copa. Llámame que tengo pegado el oído a la puerta para en cuanto me mandes un whatsapp saltar por la ventana y llegar nadando donde estés. Tranquila no llamaré la atención, nunca lo hice, ¿recuerdas?
Lo que si hago es la cama cuando te levantas y el amor cuando te acuestas aunque también al revés me adapto. A tu leche le pongo miel pero si no quieres también hago manzanilla. Si te duele la espalda puedo intentar calmarla y si se te olvida algo (la chiquitilla) y estas en la cama ya voy yo a por ella.
¡Espera! también hago el desayuno, leche de soja con café y dos tostadas de jamón ¡ah! y una naranja, si te parece bien y si no siempre puedes gritarme, desde la cama, lo que te apetece en ese momento.
¡Ahhhh! el mando está bajo la almohada, lo digo porque querrás ver las noticias.
¡Todo listo! ya salgo y tú en cuarenta minutos me llamas ¿vale?
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