“Hoy, me he levantado con ganas de tenerte a mi lado, con ganas de mirarte, sostenerte entre mis brazos y despertarte susurrándote suavemente un “te quiero” al oído.
Y de nuevo, me he dado cuenta de que tan sólo ha sido lo mucho que te extraño lo que me ha hecho volver a recordarte. Ya no estás aquí, lo había olvidado.”
Qué paradójico es todo esto.
Siento un cúmulo de sentimientos que a menudo no sé cómo expresar, y yo misma creo que me vuelvo loca al no poder controlarlos. ¿Por qué me pasa esto? ¿Será que estoy enamorada?
El amor puede llegar a ser el más grande dolor que se puede sentir y a la vez la más placentera de las sensaciones.
El sabor de los labios de esa mujer; su mirada delicada penetrando en tu mente arrasando neuronas, células, átomos y abriéndose camino por medio de toda esa niebla; un suspiro suyo que te dice que no puedes mantenerte en pie porque tu existencia es ridícula sin la suya al lado. La satisfacción de hacer feliz a otra persona y el orgullo de hacer lo que realmente te sale de dentro.
Todo eso, y mucho más es amar y ser amado. Es duro pero siempre merece la pena, ¿te atreves?
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